Internet: refugio de falsificaciones

En tiempos de crisis, la mayoría de la gente pierde poder adquisitivo. Esto es un hecho. No obstante, no es menos cierto que este grupo de población que pierde poder adquisitivo se resiste a ello. Es decir, se niega a dejar de consumir ciertos productos / servicios que, antes de la crisis, podía permitirse.

Lógicamente, fruto de esa aversión al cambio, un amplio sector de la población acude al mercado de las falsificaciones para, a toda costa, mantener ese símbolo de ‘status quo’, la marca, ya sea original o no. Importa, sobre todo, la percepción del signo distintivo por propios y ajenos. En consecuencia, aumenta demanda de falsificaciones exponencialmente.

La comercialización de falsificaciones no está limitada a una manta extendida sobre el suelo de la vía pública, sino que, sobre todo, halla cobijo al amparo de la supuesta mayor protección, mayor o menor, que ofrece Internet. Desde siempre, toda persona que va a realizar una conducta ilegal, tiende a buscar refugio en lugares más apartados o resguardados. Por ejemplo: ‘Robin Hood’, en un bosque; ‘Ali-Babá y los 40 ladrones’, en una cueva; ‘Darth Vader’ en su nave espacial, la ‘Estrella de la Muerte’, etc.

Toda marca es susceptible de verse afectada por el fenómeno de las falsificaciones.

No sólo las denominadas ‘marcas de lujo’ sufren las falsificaciones. También, otras marcas de productos de consumo más generalizado, como las de juguetes, sufren bastante con las falsificaciones.

Soluciones propuestas para solucionar el problema de las falsificaciones en España

Para tratar de solucionar o de mitigar, en la medida de lo posible, el problema de las falsificaciones, en España, se ha producido recientemente una reunión entre el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, y ANDEMA (Asociación para la Defensa de la Marca) para abordar esta cuestión compleja.

Dicha reunión tenía por objeto la protección de la Propiedad Industrial en general y de las Marcas en particular. De ahí, que se haya propuesto la adopción de medidas, en dicho sentido, tales como:

  • Agilización de los procesos judiciales para la defensa de la Propiedad Industrial.
  • Que la custodia de los productos, presuntamente falsificados, recaiga sobre la Administración Pública; y no, en cambio, sobre los propietarios de las marcas afectadas.
  • Creación de una Fiscalía especial o ‘ad hoc’ en materia de Propiedad Industrial. De forma análoga a la actual creación de los Juzgados de lo Mercantil, únicamente para materias mercantiles consideradas por el ordenamiento jurídico como ‘especiales’, como es la Propiedad Industrial.

Riesgos de una marca legalmente débil

Si tu marca es legalmente débil, a pesar de estar registrada, está muy expuesta y es vulnerable: más de lo que seguramente puedes pensar ante las imitaciones malintencionadas de terceros competidores.

Solamente se imita aquello que funciona; y, cuanto mejor funcione, más imitado será. La cuestión es ver hasta qué punto una marca puede ser imitada por la competencia sin que, esta última, incurra en una infracción de la marca imitada. Es decir, hasta qué punto alguien puede beneficiarse del esfuerzo ajeno, inevitablemente concentrado en su marca, y que dicha comportamiento resulte impune o sin castigo legal alguno.

La respuesta es sencilla: en función del grado de fortaleza legal de la marca. Es decir cuanto mayor sea su capacidad para diferencia en el Mercado, más fuerte será la marca legalmente.

Una marca legalmente fuerte equivale a los muros gruesos de piedra de un castillo medieval. En cambio, una marca legalmente débil, equivale a ese mismo castillo, pero con paredes de papel. En ambos casos, con la marca y con el castillo, estamos ante ‘una marca’ y ante ‘un castillo’, si bien, nada tiene que ver un casitillo de piedra con uno de papel ni, tanto menos, tiene nada que ver una marca legalmente fuerte con una marca legalmente débil.

De igual modo que un castillo con muros de piedra no protege igual que otro castillo con muros de papel, la Ley, no protege igual a una marca legalmente fuerte que a una marca  legalmente débil; incluo a pesar de tratarse, en ambos casos, de marcas registradas en sentido estricto.